jueves, 1 de octubre de 2015

Capítulo 3

Las chicas seguían hablando con sus tazas de café vacías, y yo seguía preparando desayunos detrás de la barra. Zumos de naranja recién exprimidos con tostadas de tomate, cafés y un cruasán, tazas de chocolate caliente… y algún que otro quinto de cerveza para los que empiezan pronto a calentar motores.

Ha sido todo un detalle que hayas intentado hacer reír a la chica, y más con ese chiste, ¡Eso sí que es arriesgar!- Me dijo un chico con una sonrisa divertida cuando se acercó a la barra a pagar su desayuno.

Cuando levanté la mirada, vi a un chico moreno, de ojos grandes y mirada profunda. Sus ojos eran del color de los granos de café y su sonrisa formaba una curva casi perfecta, como trazada con paciencia y perfeccionada hasta en el más mínimo detalle.

¡Me gusta hacer feliz a la gente!- Dije con un entusiasmo exagerado.

Al darme cuenta de que me había pasado de entusiasta, noté un calor repentino y como mis mejillas iban cogiendo color.

La verdad es que no me había dado cuenta si alguien más había escuchado mi obra maestra del humor, y menos que a alguien se tomara la molestia de mencionármelo.

Y ahí estaba él, mirándome directamente a los ojos, con esa sonrisa que a día de hoy sigue pareciéndome la más bonita que he visto. Se percató de que me había ruborizado y sin dejar de sonreír, se presentó.

Por cierto, soy Mario. Encantado.






No hay comentarios:

Publicar un comentario