lunes, 5 de octubre de 2015

Capítulo 7

¿El de mañana? ¿Va a volver? Madre mía… ¡Voy a pedir hora en la peluquería para esta tarde! ¿Pero qué dices, Paloma? ¿Te estás volviendo loca?

Esa tarde me fui a casa dándole vueltas a todo  lo que había hablado con Mario. No me quitaba la imagen de sus ojos de la cabeza, ¿Cómo podían parecerse tanto al café?, ¿Y esa sonrisa? Parecía sobrenatural. Y sobre todo, ¿Por qué tenía ese interés en mí? Aunque bueno, quizá no fuera interés, pero mi mente quería verlo así.

El día amaneció nublado, refrescaba y parecía que no iba a tardar mucho en empezar a llover. Normalmente, los días así me ponen de malhumor, pero ese día no podía estarlo. No tenía la esperanza de ver a Mario entrando por la puerta a pedir su café con leche, corto de leche, dos sobres de azúcar y un vaso con dos hielos y una rodaja de limón. Porque sabía que iba a aparecer, me lo había dicho.

Y así fue.

-¡Buenos días pa…Paloma!

-Buenos días graciosillo, enseguida te preparo tu café.

-No, no te molestes. Hoy no puedo quedarme, solo pasaba a saludar.

-¡Anda! ¿Solo a saludar?

-Sí, tenía que venir a ver a pa…Paloma. Te recuerdo que me debes un chiste.

-¡Eso es muy cruel! Has venido adrede a hacerme pasar vergüenza, otra vez.

-¡Es que estás muy graciosa cuando te ruborizas!- dijo entre risas. Pero hoy te salvas por la campana, porque me tengo que ir ya. ¡Hasta mañana!



Estaba especialmente guapo. Llevaba una chaqueta verde, tono militar, que resaltaba todavía más el color de sus ojos. Su pelo negro no parecía despeinado aunque no se había peinado. Vestía unos vaqueros oscuros, un poco ajustados que le quedaban espectaculares y unas Panama Jack que conjuntaban a la perfección con la chaqueta. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario