miércoles, 30 de septiembre de 2015

Capítulo 2

Era otro día cualquiera en el trabajo, entraba y salía gente, unos pedían cosas normales para el desayuno y otros pedían chupitos de absenta.
Estaba atendiendo a una pareja cuando vi que en una de las mesas, había dos chicas tomando café, y una de ellas lloraba. La otra, mientras tanto, la consolaba dulcemente acariciándole la mano. Me acerqué a recoger la mesa de al lado y vi como seguía llorando.

¡Doctor!- dije de repente. ¿Es grave?

Lo lamento señora- continué intentando poner una voz algo más varonil. El hipotálamo de su marido ha sufrido daños irreversibles.

¡Oiga doctor! – recuperando mi tono de voz. Reconozco que mi Paco está un poco gordo, ¡Pero no se pase!

Y sonreí.

Las chicas me miraron desconcertadas por unos segundos, pero luego rieron casi al unísono.

Sea lo que sea, que sepas que eres muy bonita. Deja de llorar, cielo- la consolé mientras le extendía un pañuelo de papel.

Gracias- me contestó apenas sin voz. Eres muy amable.


Reconozco que el chiste no es el mejor de los chistes, de hecho, casi da pena, pero a mí siempre me ha resultado divertido.




No hay comentarios:

Publicar un comentario